Comida buena, ambiente y decoración con buen gusto y moderno. El restaurante tiene paredes que simulan vegetación y bambú, por lo que hay corriente de aire que por las noches es algo incomoda. Algunos meseros se esmeran por atender bien, pero otros no tanto y por lo general no están pendientes de cuando uno les necesita. El parqueo es limitado y complicado estacionar. El postre Dolce Vitta es muy bueno, vale la pena probarlo, al igual que el café french press guatemalteco. Buen detalle el chocolate de cortesía que acompaña el café.