Siempre que a mi padre le daban ataques de nostalgia por los platos de infancia deyayunabamos en el pequeño local de Campo Alegre. Hoy quise recoedar esos gratos momento en el nuevo local de el Rosal. La comida sigue igual de buena,, pero la situación a menguado la calidad del servicio. Las mesas de tamaño más chico que el normal tampoco ayudan a pesar de que se entiende que quieran sacar provecho al espacio. Creo buscaré nuevas opciones nostálgicas