Finalmente me encontré con el archi-conocido y proclamado mejor pasticho de Caracas, El Pasticho de Morandi. Debo decir que el primer bocado trajo sabores caseros y de mi infancia, ahí es donde sabes que un plato es bueno, te gustó y entra en la excelencia, vaya que sí! Buena temperatura, textura, y cantidad. Viene con los respectivos y agradables pancitos, para que el comensal inicie el proceso de lavado de los platos ;-D el té frio excelente, el servicio fue expedito y la orden salió más rápido de lo esperado. No hay carta, y no te muestran cuánto cuesta cada cosa, solo se puede ver publicado el costo de los pastichos en sus tres tamaños. Este pasticho se hizo legendario y decidió expandirse y llegar a más comensales ansiosos; utiliza muy bien el principio de hacer una sola cosa y hacerlo bien, en este caso el pasticho. Para acompañarlo y cerrar la comida, tienen algunas ensaladas como la cesar, y algunos postres que esta vez no lo probé. El local es diminuto y muy limpio, hay varias mesitas rusticas afuera y en el espacio interior hay una pequeña barra como para tres personas, tiene una sencilla pero bonita decoración y un letrero en neón con mucha personalidad, que dará mucho que hablar. Viene mucha gente, y se dan muchos pedidos para llevar, por lo que recomiendo llegar temprano, antes de las 12m. Si te toca esperar, afortunadamente hay un arbolito donde te puedes guarnecer del sol cenital. Lo recomiendo 100%

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