La originalidad en el sabor es su punto fuerte. La shack de portobello es adictiva. Es sencillez y perfección en una hamburguesa. Pero llega un punto en que la innovación (relativa, pues el concepto es de una franquicia de NY) ya no es suficiente para sostener los precios, y hace que la relación precio-valor se vaya quedando un poco atrás, sobre todo ahora con competencia en el edificio de al lado, que ofrece más variedad y hamburguesas más grandes.