Pastelería para la Caracas pudiente. De la misma gente de Mokambo, lo mejor es el ambiente, una combinación de muebles retro y antiguo, que por si solos no venderían, pero todo el concepto hace el ambiente original y agradable. Me pareció injustificadamente caro, ya que al menos el día que fuimos apenas tenían 3 dulces en la vitrina. El pie de limón es bien ejecutado pero nada especial. También venden comida para llevar y delicateses a precios de Suiza. El punto donde falla es el servicio. A pesar que en la caja son muy amables, los homo-sapiens de la barra les falta amabilidad y estar atentos al cliente, ya que en nuestro caso tuvimos que nosotros mismos llevar la comida a la mesa. Inaceptable por un sitio de este calibre. No estoy seguro si volvería.