Después de haber comida mucha pasta dentro y fuera del país, Pensión Ana puedo considerarla unas de las mejores pastas que he comido. A pesar de su mobiliario viejo, cuadros feos y poca elegancia del sitio en términos convencionales, la maravillosa atención de su gente hace que todo lo demás quede relegado. Procuro ir al menos 1 vez a la semana y comer el antipasto de entrada. De plato fuerte, la lasagna que se coloca a mi juicio a la altura de la mejor que pueda hacer cualquier Nonna.