Una experiencia que vale la pena disfrutar por lo menos una vez. Un menú de degustación de 10 platos creativos que va in crescendo, desde platos minimalistas hasta el último que es una porción normal. Les recomiendo no llenarse con el rico casabe, para poder degustar todos los platos. Todos los cursos combinan sabores y texturas de forma muy creativa. Relevantes la crema de zanahoria con chocolate y un taquito de curvina, la quenelle de mapuey con curvina, salsa de cocochas y crocantes de chorizo, la hamburguesita de costilla y batata con un cebollin frito espectacular y el broche de oro el helado de Romero. La relación precio valor está un poco pasada de maraca, pero en los tiempos que corren no hay nada bueno con precios solidarios. Excelente atención y ambiente, lástima la neblina que no dejó ver hacia el mar. Un detalle: que el transportista sea puntual, tardó una hora y cuarto en llegar para bajar a Caracas.

• 
•