Buena comida casera italiana. La pasta está lograda en su cocción al dente y hay una buena variedad de salsas. Alguna fuerza falta en sus sabores, como en el sabor del caldo del Minestrone y de su Bolognesa. Entre los fallos, no colocan pan, el cuál es muy importante en un restaurant italiano para hacer la scarpetta y salen los platos ya con un poquito de queso encima, no lo colocan en la mesa, ni mucho menos lo rayan al momento sobre el plato. El plato de raviolis era bastante justo, no son porciones muy grandes italianas. Había poca variedad de jugos, solo dos frutas. No había limones, por lo que no había limonada, té, etc. En postres no habían como 3 de los importantes de la carta y el Tiramisú no es su mejor versión, no es repetible, pero los canolis si están muy bien logrados, también había un muy buen sorbete de fresa. El café muy bueno, buen sabor, buen tostado, muy bien extraído el expreso. El espacio es muy reducido por lo que es muy difícil sentarse, tuvimos que hacer una cola para espera, pero el personal es muy atento y amable y eso ayuda a aliviar esa parte de la experiencia. Perfectamente repetible a la espera de que ojalá mejore en algunas pocas cosas y seguramente lo puede hacer ser una experiencia excepcional.

• 
•