Es un restaurante de tradición cartagenera. La comida es deliciosa y auténticamente árabe - se nota a leguas el grado de atención y experiencia de los chefs. Los meseros son muy atentos y siempre dispuestos a dar buenas recomendaciones. La decoración es un poco anticuada pero eso le da un aire tradicional al sitio. Muy recomendado. Sin duda, hay que probar el lomo al faraón y para terminar, un café con un helado de pistacho o alguno de los postres árabes que hay disponibles.