La primera vez que fui a comer ahí, fue muuy tarde en la noche y recuerdo que ubicaban unas sillas en la plaza Fernández Madrid. A esa hora y con el paladar un poco anestesiado, no es mucho lo que se alcanza a degustar. Cuando volví, ya tenían un localito en frente de la plaza, los platos subieron de precio (no mucho) y el sabor mejoró. Son pizzas delgadas y muy crocantes, con sabores originales y bien preparados.