Nos ubicamos en la terraza y es muy agradable, con buena música y decoración. El servicio fue algo lento, el mesero que nos atendió se demoró en llevarnos la carta, en poner la mesa, no conocía todos los platos y al final pedimos una botella con agua que nunca nos trajo pero si la incluyó en la cuenta. Las entradas - tapas - estuvieron muy buenas, pedimos un tartar de salmón, unas patatas bravas y un montadito con carnes ibéricas; que resultaron deliciosos; queríamos probar los aborrajados con queso azul pero se habían agotado y al pedir como plato principal el pulpo asado, también estaba agotado. Terminamos ordenando un pescado del día (róbalo) el cual estaba en su punto con un delicioso acompañamiento de verduras y en vez del pulpo ordenamos una tapa de paella que estaba fría y sobre cocinada, lo cual extraña siendo un restaurante de comida española. Aunque es bueno, podría mejorar.