El restaurante es pequeño, para unos 30 comensales. Es bastante intimo frente a la cocina, asi aue uno puede ver perfectamente que se edta preparando. El carpaccio de morrillo estaba bueno, pero viene cocido (sorpresa!), las costillas son para chiparse los dedos y la lulada envenenada un hit! Eso si, el ambiente es bohemio, Michael hace chistes y trova. Recomiendo que la gente lo pruebe, pero seguro unos se sentiran incomodos y otros amaran el show.