Ir a María Candelaria es visitar a las abuelas, es viajar al pasado desconocido con curiosidad. En este lugar todo es diferente y ves el uso alternativo de los objetos. Los dueños, gerentes, cocineros y el servicio está a cargo de una pareja que parecen clonados en el tiempo y no envejecen. Ella es la encargada de la cocina y el hace caso! De comida están bien, muy bien.... mis favorito es la lasagna de berenjenas, la cuajada y la sopa mixta de ahuyama con espinaca. El plan de cortesía es glorioso. Solo deben tener paciencia, lo bueno se hace esperar. Mi gente esto es slow food de alto nivel.