Este lugar es un salón de onces, que además ofrece menú de restaurante. Hace varios años que no venía, y hoy reforcé mi opinión de aquella vez. Muy bonita presentación, todo de apariencia apetitosa en general (aunque hoy vi unos emparedados bite-size que parecían haber estado en vitrina hace dos días), precios bastante altos para lo que es, y un servicio que deja que desear (algunas de las señoritas se merecen un buen jalón de orejas). Pedí un simple café con un pastel. Bien el café, el pastel normal pero a medio calentar, y hubiera costado la mitad en una cafetería cualquiera. Hace tres años después de un almuerzo mediocre y costoso dije que no volvería por un buen rato, y hoy lo vuelvo a decir.