Es un lugar muy al estilo Rococo, el salón de té de excelencia de mis abuelitos parisinos. Además de tener todos los pasteles y postres tradicionales ofrecen una muy buena sopa de cebolla, unos crepes deli y unas ensaladas buenísimas! Pero en realidad casi siempre voy por un antojo; una buena milhoja, una deliciosa canasta de manzanas caramelizadas o un simple croissant me recuerda los verdaderos placeres de la pastelería francesa. El servicio es siempre muy bueno y el sitio es fuera de serie. Por consecuente sus precios no son nada económicos!