El restaurante queda ubicado en una zona fea, claramente, para el tipo de restaurante que es. Pero muy cerca hay un parqueadero. Una vez uno sube unas escaleras estrechas llega al segundo piso de lo que es un ambiente un poco confuso. No parece una trattoria y la decoración es extraña. No me pareció acogedor, pero lo importante, la comida. Tiene una carta extensa, muy variada. Sin embargo mezcla mucho lo que es la cocina italiana con la española. No entiendo muy bien por qué. Pero los platos que pedí buenísimos. Las porciones son perfectas y generosas, las entradas, muy buenas y las carnes, muy buenas! También cabe resaltar la carta tan amplia de vinos que ofrecen.

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