Con mi esposa fuimos a almorzar n domingo por la tarde. No tenía muy altas expectativas pero resultó ser una buena escogencia. El ambiente con la música de un guitarrista en el primer piso era cómodo y relajado. El volumen de la música apenas lo apropiado como para poder conversar tranquilamente. El salmón en queso azul estuvo bueno sin ser espectacular y a mi esposa le gustó el róbalo en salsa de uchuva. El precio es lo usual para restaurantes en esta zona.