Es un restaurante con una propuesta muy interesante. El lugar es pequeño y hay que reservar. Me gustó de entrada que el lugar es reservado y a simple vista no parece un restaurante convencional. El lugar presenta una carta con platos pequeños para compartir. Tuve la oportunidad de probar las lumpias de pato y estaban exquisitas. Muy bien logradas y el sabor excelente. Las patatas bravas tienen un excelente sabor y una presentación bien trabajada. El rice cake con langostinos estaba deliciosa. Se sienten unos ingredientes de alta calidad y el sabor muy superior. En general los platos están muy elaborados y el chef hace un esfuerzo increíble por lograr tremendo lugar. El lugar tiene 180 botellas de diferentes vinos lo cual lo hace más interesante para elegir lo más conveniente. El lugar tiene una decoración muy linda y es muy cómodo permanecer en este lugar. La atención es muy superior y su personal muy atento a sugerir y a informarte de todo. Este es uno de los mejores restaurantes de Bogotá. Volveré muy pronto

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