Siempre he tenido la idea que al igual que un entusiasta va a contemplar las obras que un artista dispone en una galería, los comensales deberíamos disfrutar de los platos que le chef dispone para nosotros, en un ejercicio mas artístico, evitando cartas y menús. Mi experiencia en OSAKA fue exactamente así. Un mesero muy bien entrenado y con una increíble actitud de servicio me evito el trabajo forzado de ver una carta. El por su propia iniciativa me siguiere el menú en tiempos para probar un poco de todo. intento resumir: Un Pisco Sour como nunca lo he probado, enfriado con un hielo de vino y hierbas aromatizantes que cambian el sabor del trago a medida que se derrite, de lejos el mejor que he tomado. El servicio comienza increíblemente rápido y nos llega un ceviche picante y un sushi de lomo, ambos bocados sorprendentes y deliciosos. Después un tiradito con trocitos de plátano muy delicado y crocante que no quisiera que se hubieran terminado. Sushis crocantes y queso crema y las pesca del día sobre una piedra caliente. Ningún plato exagerado, porciones perfectas y sabores complejos pero deliciosos. El lugar muy lindo. Recomendado 100%.

• 
• 
• 
•