Siempre he pensado que convertir la comida popular colombiana tipo piqueteadero en alta cocina es muy complicado pero sobretodo meritorio a quien lo hace bien, y Misia lo está logrando. Una transformación de la comida de barrio, esquina, carretera, piquete, plaza de mercado en platos con personalidad, sabor, colores, texturas, sabores exquisitos que además están lejos de la manteca, los colores radioactivos y la baja calidad de ingredientes. El lugar es muy agradable, decorado rústicamente pero agradable y super acogedor , hasta el concepto de compartir algunas mesas, la vajilla rústica que hace recordar a las viejas fincas de los bisabuelos y la música popular te acerca más al concepto de comida popular. La sección de refresquería es exquisita, una gran variedad de frutas comunes y otras exóticas hacen los mejores, jugos, refrescos, agua de panelas o smoothies de la zona. Recomiendo la posta negra, el arroz de plátano con camarón que es único y cualquier entrada, morcillas, carimañola, empanadas, arepa e huevo... Las porciones tal vez podrían mejorar un poco ( algo pequeñas) al igual que el servicio, creo que un mesero más les ayudaría . Van por muy buen camino!