Se ha mantenido muy bien en el tiempo… su decoración es linda, con fotografías en las paredes que reflejan la tradición italiana y la música va en la misma línea. La carta es extensa y la selección de vinos muy interesante. Hay platos degustación con distintas combinaciones, las porciones son abundantes y los precios razonables. El servicio en esta ocasión estuvo regular tirando a flojo, el queso parmesano llegó cuando ya había terminado el plato pese a que lo pedí en 3 oportunidades. El postre se demoró horrores y tiene oportunidades de mejora (fritos de arequipe y nutella) Recomendado el tagliatelle al salmone e vodka.