Un ambiente espectacular y una carta ecléctica se ve afectada por el precio, la atención y la relación costo beneficio. Si bien la comida tiene muy buen sabor, los platos no son suficientes para el precio que poseen. El solomo pimienta dio en el punto del sabor, aunque al igual que el salmon no fue suficiente al ofrecer un plato proteico sin ningún contenido de carbohidrato. La oferta vegetariana es totalmente pobre, que deja la sensación al igual que la comida no vegetariana de una experiencia no diseñada de manera balanceada, sino enfocada en el lucro monetario de lo que podría ser una comida balanceada. El piqueo de postres es una lastima para el paladar, sabores simples, acompañados de unos spring rolls de nutella al parecer fritos en aceite de pescado que dejaron la experiencia por el piso. La miloja de suspiro limeño salvó el momento al ser el único recomendable de la experiencia. No recomiendo la visita a TalCual.