Me encanta que este restaurante sea atendido por el mismo Crispino, que lleva año tras año trabajando en su restaurante siempre con una enorme sonrisa y un inconfundible acento italiano. Este es uno de esos restaurantes que ha sobrevivido al paso de los años sin deteriorar su calidad y por eso sigue donde está. Puedo decir con confianza que cualquier elección del menú de Crispino es acertada, pero recomiendo especialmente los spaghetti al pesto.