El claro ejemplo que describe la versión bizarra de una cadena internacional basada en comida estadounidense, no logra destacar. Y prometía, las camareras se preocupan mas por enderezar su pelo y revisar la pintura de sus uñas y dependen del celular cada vez que se sienten desocupadas. La atención es postiza, se siente y se percibe demasiado. La carta, sosa, unas veces se exceden de grasa y en otras, carne seca y sin sabor. No se salvan ni los aritos de cebolla. Muchos de los clientes están mas pendientes de las piernas de las camareras que de lo que tienen en su plato, es un lugar para ir con los amiguetes que cuentan chistes malos y echarse unas risotadas. Hooters es otro desproposito que imita soberanamente mal la gastronomía gringa, que mala no es, pero que si te pides una chopped cobb salad encuentras una jungla de lechugas que saben a plástico y un queso depresivo. No se que pasó con la Western BBQ burguer, era buena, en mi postrera visita, entre el molde del pan apareció una mezcla sobrada de plancha y con sus nutrientes calcinados. El Buffalo Shrimp, o sea, langostinos apanados ( y dale con apanar el pescado y el marisco de cualquier manera) tenían su razón de ser, eran crujientes, y no se porque diablos, en mi paladar se sintió esa esponja sobrada de aceite (reutilizado). El ambiente es de machotes extranjeros y nacionales en busca de soltar piropos a las camareras que se pasean a veces sobre patines, o famílias enteras imitando sentirse en una escena de "american graffity", el clásico de George Lucas, pero ni american, ni graffity, todo se queda en un pudieron pero no quisieron y este Hotters se ahoga en su propia mala gestión general. La idea de la barra central es buena, el servicio se demora, y los plasmas se encargan de mantener despistados a los clientes que se dejan absorber por el futbol o el basket o vete tu a saber que. La música? suena rock añejo, pero dominan otros subgéneros cuyos nombres no quiero acordarme. De todos modos, recomendado para fanáticos de comedias gringas de los ochenta.