Cuando vas a "juninear" y a trotar sin prisas por los comercios del centro, no te puede faltar tomarte un descanso y desayunar o almorzar en Versalles. Es un lugar con su peso histórico: era un tertuliadero de artistas y escritores, se dice que los nadaístas se tomaron Versalles como centro de sus intensas charlas. Su oxigeno es añejo, argentino, que con el tiempo lo único cásico que ha quedado sea el sabor de sus empanadas argentinas o chilenas. la tarta de fresa es un regalo, sus menús, tradicionales y simplones, pero eficaces y baratos. Lo mejor: camareros con disciplina, clasicismo y agilidad. hace tiempo que a uno no lo servían el café con leche con todo su ritual, el café en una jarrita metálica, la leche en otra.....son instantes que te llevan a recordar viejos tiempos. El ají picante? pues eso, muy picante, pero que combina perfecto con las empanadas. El ambiente? vecinos del barrio, algún intelectual, parejitas y buen rollo. Y uno se va con eso, con muy buen rollo y con ganas de seguir descubriendo el centro de Medellín.