El lugar está en uno de los puntos con más contaminación de la ciudad, ya sea auditiva o por smog. Los vendedores ambulantes con sus caras de tristeza y sin número de "hijos" pasan cada 5 minutos pidiendo o vendiendo sus productos. El servicio no es bueno, ya que la persona que atiende debe ser una sola para que diga su discurso, además es muy demorado y cuando llega uno ya está de mal humor por tanta espera. Dos veces nos ha ocurrido que al dueño se le olvida nuestra orden, y una vez nos fuimos de la rabia que nos dió. La comida es deliciosa pero debe ir sin hambre ya que al esperar tanto le va dando...