Este lugar es una verdadera joya! Desde que llegamos, el mesero, David fue súper atento y amable. Nos sentamos en el área de la terraza donde escuchas y puedes ver pasar un río y tienen árboles de mango, limón y de plátano- súper acogedor y relajante el ambiente. A nuestra sorpresa, el chef: Alexander, fue a tomarnos el pedido y nos relató el por qué del nombre, logo y cada plato del menú- una atención impresionante. De cortesía, nos ofrecieron chips de plátano, otoe y camote acompañados de un dip de pixbae y de berenjena ahumada: un sabor fuera de este mundo. Como entrada, pedimos unas carimañolas con queso vegano y unos tacos de plátano con falafel de frijoles- ambos muy deliciosos. De plato principal pedimos un arroz con pollo (muy rico! buena presentación y para nada seco ni insípido) acompañado de un plátano maduro asado; y un tamal de olla con vegetales que estaba fuera de este mundo. para postre, el chef nos recomendó un fondant de chocolate hecho con cacao al 72% de Bocas del Toro acompañado de helado de vainilla con mermelada de frutos rojos- para chuparse los dedos! Me impresionó lo muy fresco que se sienten todos los ingredientes, literal es: “del huerto a la mesa”. Ni hablar de los precios! Muy buena relación precio/calidad/sabor. Definitivamente vale la pena regresar a probar el resto del menú.