El local está bien ubicado y cuenta con un menú variado, lo cual es positivo. Sin embargo, el sistema de pedidos resulta bastante confuso y poco práctico. Para ordenar, primero debes acercarte a la caja y hacer tu pedido, pero no lo pagas en ese momento. En cambio, debes indicar en qué mesa te sentarás, y luego te llevan los productos a la mesa. Si deseas pedir algo adicional, tienes que volver a la caja, hacer fila nuevamente y repetir el proceso. Y a la hora de pagar, también debes ir a la caja, donde es probable que tengas que esperar en la fila junto con personas que aún están decidiendo qué pedir, lo que hace que todo sea más lento y tedioso. Además de la confusión con el sistema, en nuestra visita tuvimos problemas con los pedidos. Pedí un latte caliente, pero me lo trajeron frío. Lo que me pareció más extraño fue que la mesera dudó de mi pedido y me preguntó si estaba segura de haberlo pedido caliente, cuando yo jamás pido lattes fríos. Tuve que insistir bastante para que me cambiaran la bebida por lo que realmente había solicitado. También pedimos un pastel de zanahoria en la caja, pero nunca llegó a la mesa. Cuando fuimos a pagar, informamos sobre el problema, y la persona en caja se disculpó, pero quedó claro que la falta de organización es un problema recurrente. Esta fue nuestra segunda visita al lugar. La primera vez tampoco tuvimos una buena experiencia, pero como faltaban 40 minutos para el cierre, pensamos que el mal servicio podría deberse a eso. Decidimos darles una segunda oportunidad, pero lamentablemente el servicio volvió a decepcionar. En conclusión, la comida está bien, pero la experiencia general no lo vale. El sistema de pedidos es confuso, el servicio deja mucho que desear y hay fallas en la atención al cliente. Ojalá el local reconsidere su forma de operar, porque la comida no es suficiente para compensar tantas molestias.

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