Es un lugar excepcional en la mitad de la plaza de la catedral. Exquisitamente decorado y con un salón de jazz con cómodas sillas de cuero y un balcón apto para un buen cigarro para el plus café. La comida lamentable no estaba a la par del servicio y la experiencia, pero como aún es ralitivamente nuevo, vamos a darle un par de meses de acoplo antes de volver a visitarlo.