Pasé una tarde a conocer el lugar, cuenta con dos terrazas, una al pie de la calle y otra en techo del edificio con una vista relajante del Casco Viejo. El menú es bastante variado con recomendaciones en desayunes, cafés como es obvio la especialidad y almuerzos. En mi caso, probé el Macchiato con una empanada chilena en plan ligero y estuvo aceptable. Prometo volver.