El Día de San Valentín decidimos celebrar en Tomillo, y fue, sin duda, una elección perfecta. Desde el inicio, la experiencia fue impecable. Comenzamos con una mariscada crocante, una entrada deliciosa con un equilibrio ideal entre frescura y textura. Luego, opté por la langosta a la leña con queso manchego (especialidad del chef para ese día) y honestamente, superó todas mis expectativas. La combinación del ahumado de la leña con la cremosidad del queso manchego creó un equilibrio de sabores simplemente brutal!! La presentación y el punto de cocción fueron perfectos. Mi novia eligió un New York Strip de 12 onzas, que llegó a la mesa con un término de cocción preciso y jugoso, resaltando la calidad de la carne. El ambiente del restaurante fue encantador, con un servicio atento y amable que hizo que la velada fuera aún más especial. En definitiva, Tomillo se lleva un 10/10. ¡Totalmente recomendado para una cena inolvidable!