Hace años visité este lugar para celebrar mi graduación de maestría, y ayer decidí volver después de tanto tiempo, esta vez acompañada de mi mamá y mi bebé, buscando un momento de esparcimiento. La experiencia fue maravillosa: una chica súper atenta se encargó de que no nos faltara nada, ni siquiera el agua, y el ambiente fue muy agradable. Además, la tía de Blas Pérez quedó encantada con mi bebé, lo que hizo la estancia aún más amena. La comida estuvo deliciosa, con precios accesibles, y sinceramente, lo recomiendo totalmente. Extrañaba disfrutar de una amapola, ¡me sentí como en el Riu! Jaja.