Gente tienen que hacerse un favor y visitar Calle Dragones. Desde el momento en que entramos, quedamos impresionados por la decoración. Cada detalle del ambiente, desde los colores hasta el la iluminación contribuyó a crear un entorno cálido y acogedor. En cuanto a la comida, la fusión de sabores cubanos y chinos superó nuestras expectativas. Comenzamos la noche con unos camarones crocantes como entrada. Estos camarones estaban perfectamente cocidos, con un rebozado ligero y crujiente que complementaba a la perfección la frescura del marisco. Fue una excelente forma de iniciar nuestra cena. Luego, mi esposa pidió un risotto de short rib y frijoles. El plato era una maravillosa mezcla de texturas y sabores. Yo opté por el Korean Short Rib, un plato que combinaba la ternura de la carne con un marinado exquisito. Finalmente, compartimos un arroz con marisco. Los mariscos estaban perfectamente cocidos, y el arroz tenía ese toque justo de sazón que lo hacía irresistible. Para cerrar la noche, no pudimos resistirnos al cheesecake, que fue la manera perfecta de culminar esta experiencia culinaria. Su textura suave y cremosa, acompañada de un sabor delicadamente dulce, hizo que cada bocado fuera un placer. En resumen, Calle Dragones no solo nos brindó una cena deliciosa, sino que también nos ofreció una experiencia completa que combinó excelente comida, música en vivo y un ambiente inigualable. Definitivamente, es un lugar al que volveremos para seguir descubriendo más de su propuesta culinaria. ¡Una joya en la ciudad!
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