El local parece pequeño, pero no sé dejen engañar. Es cómodo, buen ambiente, tranquilo y el personal amable y organizado. Los postres que son la especialidad son de muerte lenta, el paraíso para los dulceros. Probé el croissant de pistacho y es un must. Suavecito, caliente, no empalagaba ... Un capuchino le hizo compañía. 10/10 Volveré por más