Momo: Un comienzo prometedor con un final frío. Momo, a pesar de su acogedor tamaño, dejó una impresión agridulce. El proceso de pedido en caja, aunque ágil, no logró disipar las altas expectativas que tenía puestas en este lugar. La demora en servir el desayuno, lamentablemente, se hizo evidente al llegar a la mesa frío. Los huevos benedictinos, a pesar de una consistencia excepcional y una salsa holandesa con un picante sutilmente contrastante, resultaron difíciles de disfrutar debido a la baja temperatura del muffin y la salsa. Esta desafortunada circunstancia empañó considerablemente la experiencia culinaria. No obstante, el café, con sus notas a chocolate, se destacó como un punto a favor. En conclusión, Momo presenta un concepto interesante, pero la ejecución en esta ocasión dejó mucho que desear. La calidad de los ingredientes es evidente, pero la falta de atención a los detalles básicos como la temperatura de los platos, resta valor a la propuesta.