Entrar al restaurante es transportarte a otra tierra. La decoración y los detalles me encantaron. Pedimos el Adjaruli Khachapuri, un pan en forma de bote con queso y yema de huevo, los dumplings de carne (son un toquecito picante), la ensalada georgiana con nueces (super fresca!) y el pollo en salsa de nueces. Todo se sintió fresco, con un toque hogareño y mucho sabor. Recomendado para un domingo diferente, probar algo distinto y explorar la Gastronomía de un lugar remoto. ¡Vuelvo por el cordero!