Anoche visité el Sushi Bar en el Hilton Panamá con altas expectativas, acompañado de mi esposa. El ambiente del lugar es ciertamente interesante; se aparta de lo convencional con una decoración que capta la atención. La iluminación tenue complementada con proyecciones de peces nadando tanto en paredes como en el techo crea una atmósfera encantadora y única. Sin embargo, la experiencia culinaria no estuvo a la altura de la ambientación. A pesar de los precios elevados, los sabores de los platos eran meramente promedio y las porciones, desafortunadamente, pequeñas. Se espera que un establecimiento de tal calibre ofrezca una experiencia gastronómica que justifique su costo. En cuanto al servicio, fue eficiente hasta un punto. La noche se vio empañada cuando el mesero, sin previa consulta, procedió a cobrar la cuenta sin incluir la propina en la tarjeta de crédito, para luego solicitarla en efectivo. Este acto, percibido como de mal gusto, afectó la impresión general de la velada. En resumen, mientras que el Sushi Bar brinda un entorno visualmente estimulante, hay áreas significativas que requieren mejora, especialmente en lo que respecta a la relación calidad-precio de la comida y la transparencia en el servicio.

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