Mi experiencia en este restaurante de comida mexicana fue decepcionante en todos los aspectos. Comenzando con los tacos al pastor, que llegaron a la mesa sin la clásica piña que debería acompañarlos. La carne estaba insípida y sin vida, con una textura similar a la de carne sancochada. Es evidente que fue cocinada sin amor ni atención a los detalles. Los tacos de cerdo, cuyo nombre ni siquiera recuerdo debido a su falta de impacto, ofrecieron la misma experiencia desagradable: carne sin sabor y una textura desagradable que dejaba mucho que desear. Pero la verdadera tragedia llegó con los nachos, donde los frijoles enlatados sirvieron como una ofensa culinaria. Sin ningún tipo de guiso o sazón, los frijoles parecían haber sido vertidos directamente de la lata sin ningún intento de mejorar su sabor. En resumen, esta experiencia gastronómica fue como un viaje culinario al más puro aburrimiento y falta de creatividad. No recomendaría este lugar ni siquiera a mi peor enemigo.

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