Comida
Servicio
Ambiente

Todo muy bueno en esta, nuestra primera visita por parte de mi esposo y yo a este nuevo restaurante del chef Frank Escalona, cuyo otro restaurante, Primitivo, ya conocemos y disfrutamos. Cenamos en el restaurante (planta baja). De entrada compartimos el dúo de empanadas que estuvo excelente. De plato fuerte, elegí la entraña y la acompañé con papa asada. Mi esposo ordenó el rib eye con papas fritas trufadas. Ambas carnes eran de muy buena calidad y estuvieron al punto de cocción ordenado. Acompañamos nuestra cena con una botella de vino tinto (El Enemigo, por supuesto!). Inicialmente nos lo trajeron extremadamente frío y tuvimos que solicitar otra botella “al tiempo”, la cual tuvo que ser rebuscada por la mesera. Al parecer, acostumbran servir el vino tinto muy frío, lo cual no es de nuestro gusto. Solo yo ordené postre y elegí el lingote de flan brotes de oro que estuvo superlativo. El capuccino con el que acompañé el postre resultó sumamente extraño: servido en una taza pequeña como de espresso y sin la espuma de leche que caracteriza al capuccino. Esa fue la única nota discordante de la cena. El ambiente es agradable y elegante, aunque no al nivel de los precios, quizás por la falta de manteles. Otro detalle que no fue de nuestro agrado fue la música: selecciones no muy agradables y a un nivel alto que hacía un poco difícil la conversación. Quizás el hecho de que el restaurante está adyacente al bar influye en la selección musical. Recomendaríamos música tipo “easy listening” y a un nivel de sonido más bajo. Por sugerencia de Mary, nuestra amable mesera, al final de la cena subimos a la terraza en la azotea, para conocerla. Tiene una linda vista del Casco. Recomendaríamos el restaurante, aunque no encontramos un sello distintivo respecto a la cocina de Primitivo.

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