Sin duda, uno de los restaurantes más hermosos en Panamá. Tiene un muy amplio salón con una variedad de configuraciones de mesas, y una bellísima terraza. Dos grandes bares, uno adentro y el otro afuera. Excelente acústica…se ve que invirtieron mucho en eso. La comida, de influencia peruana / oriental, estuvo muy buena, aunque las porciones son pequeñas; hay que pedir bastante para quedar satisfecho. El servicio muy atento; siempre había alguien cerca pendiente de nuestras necesidades y éramos bastantes y un poco desordenados. Todo eso cuesta…el lugar es caro, pero todos salimos felices.