Llegamos sin haberlo planeado, ya que el restaurante al que íbamos estaba cerrado ese día, nos gustó que es un lugar amplio y bien diseñado, tiene algunos estacionamientos, que ese día estaban vacíos. Pedimos de entrada un pan con ajo, ya que no lo dan de cortesía, la verdad estaba muy bueno, pero 4 minipanes por 3 dólares es algo caro, lo bueno es que estaban justos en su punto. De plato fuerte pedimos una pasta con camarones, un filete parmesano con fettuccini, acompañado de una sangría, ninguno de los dos platos fue muy bueno la verdad, se le notaba el uso de salsas tipo de lata o similares, no algo natural como esperas en un verdadero restaurante italiano, de igual forma, la sangría estaba simple, super aguada. En cuanto a la atención, fue bastante regular, no podían responder preguntas simples sobre los platos del menú, algo que deberían conocer al detalle. El punto más positivo fue el postre, pedimos un pie de limón, el cual estuvo muy muy bueno, era tipo costra dura de galletas y el relleno excelente, fue lo mejor sin dudas. En resumen, la comida puede mejorar mucho, igual la atención, las espectativas no se cumplieron.

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