Una visita y ya te vuelves adicto. Las alitas, los boneless y otro par de platos coreanos son un espectáculo; no solo por su tamaño, sino por su sabor y cantidad. El local es bien amplio y el ambiente, agradable. La atención es muy, muy buena; cortés y con conocimiento y buena explicación sobre cada plato Regresaré a seguir probando nuevos sabores; pero desde ya lo recomiendo total.
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