Visita nocturna al local, excelente atención. Música en vivo, los meseros pendientes siempre si hacía falta algo, si la comida estaba bien. La recomendación del postre fue muy buena aunque no recuerdo el nombre. Eran unos profiteroles con Nutella, maracuyá y helado. La nota discordante fue el perro en la mesa de al lado que no paraba de ladrar y entendemos que incluso mordió al mesero.