Una pizza margarita, una pinta de porter. La pizza estaba muy buena, calentita los bordes y el sabor, la masa y la textura era justo lo que mi corazón añotaba en ese momento. Con la cervecita y cuentos con amigos, cura para el alma. De lo buena que estaba la pizza ni me dio tiempo de pensar en tomarle foto, me la comí enterita. Un momento muy feliz