Desde la entrada ya sientes un ambiente distinto y chévere. El valet parking muy amable nos preguntó si teníamos reserva y no teníamos, pero entro a averiguar y con todo y lo lleno que estaba nos ubicaron una mesa apenas entramos. El mismo dueño te da la bienvenida y hasta te lleva los platos a la mesa. La comida es rica, pedimos ceviche de mamon chino y estaba rico, nada wao pero diferente y rico. Los tostones con puerco estaban buenos y la salsita realza el sabor. El emparedado está delicioso, no se dejen llevar por el precio, es espectacular el sabor aunque un poco chico. Vale la pena regresar varias veces pero mejor reservar porque es una ruleta rusa conseguir mesa, hasta el dueño nos lo dijo: Están de suerte!!