Un ambiente encantador con una decoración de los 30, el servicio bueno muy parecido a las degustaciones que te explican los platos, aunque te lo detalle el menú y no sean menús de degustación. Lo más memorable, sin duda, la terrina de cochinillo, a considerar que para ser entrada es mejor pedirlo para compartir! Hay una variedad de Cócteles y postres que vale la pena probar. Un extra es que al terminar puedes darte un paseo por la terraza y ver otras áreas del hotel (vale la pena salir)la reconstrucción del hotel ha quedado hermosa sin dejar de percibirse con el ambiente colonial, con lindas vistas.