Una exquisitez de restaurante. súper elegante, excelente servicio y la comida es una verdadera delicia. La chica que nos atendió nos recomendó de entrada un cochinillo con puré de otoe, que lo único que lamentamos fue el pequeño tamaño porque estaba delicioso. De plato fuerte comimos pulpo a la plancha con calabaza y un pescado con mejillones y almejas. En la carta decía que era pago rojo, pero nos indicaron que no había y lo sustituyeron por otro pescado blanco, creo que era corvina. ¡Pendiente de esos detalles! De resto volvería mil veces para probar las otras propuestas gastronómicas. El hotel donde está ubicado el restaurante, en el Casco Antiguo es de ensueño!

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