Mi primera Vez en un restaurante chileno y aunque solo fui por una empanada para la merienda quede con muchas ganas de volver, un sitio muy acogedor, atendido por sus propios dueños que además son lo más simpático y atentos, la empanada de pino un sueño, imposible comerse una y la cerveza sabor a miel es el verdadero paraíso.