Hace un año que no visitaba Beirut. Lo pasamos maravilloso en la terraza. Adentro no encontré la libertad de antes para elegir. En la única área habilitada, las mesas estaban demasiado pegadas, sin mucho espacio entre los grupos de comensales. Una independencia que es parte importante de la experiencia. La atención del personal, sin embargo, como siempre fue muy atenta y pronta incluido el tener un buen estacionamiento. La cocina estuvo muy grata al paladar. Beirut tiene una de las cartas más variadas y completas. La carne del shish kebak riquísima, bien sellada, jugosa, buena sazón, el corte fino de la cebolla y el perejil son tremendo toque. Muy bien la ensalada, los humus, el pan, el kibe, el falafel un poco más tostado pero buen sabor. La noche libanesa en buen punto.

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