El restaurante tiene un pequeño estacionamiento donde dejamos el carro. Dos meseros se encargaban de apenas 3 mesas por lo que el servicio fue siempre muy atento. Las opciones de la carta son variadas con especialidades de la cocina libanesa, no son muchísimos platos pero si suficientes ora poder elegir bien. Quizás en el tema de jugos naturales podrían tener algo más de opciones así como en el de postres donde definitivamente tienen que añadir más. Fuimos dos personas y pedimos de entrada hojas de uva y hummus de berenjena. Ambos platos deliciosos. Se agradece que separaran las entradas de los platos principles, algo que parece obvio y normal pero que en tantos lugares no cumplen. De segundos pedimos unos langostinos y pasta al óleo con pulpo. Los langostinos frescos y deliciosos (aunque para mi gusto una rayita pasados de cocción ), grandes y con una rica salsa del aceite y los ajos de haberlos cocinado. La pasta eran (no se dio la opción de elegir) unos finos spaghetti con tentáculos de pulpo cortados en rodajas. Me sorprendió que el pulpo estuviera en su punto, algo no muy común en Panamá. La salsa al óleo deliciosa con los ajos en su punto perfecto de presentación. A la hora de elegir postre solo se nos ofreció brownie con helado y cheesecake así que no comimos nada. La cuenta fue de $60 con dos botellitas de agua con gas y una limonada de piña. Un poquito caro pero cuando se come bien merece la pena.